Sobre nosotros
"Caminando Juntos en Allande: Una Familia en Cristo"
En la Unidad Pastoral de Allande, no somos simples vecinos, sino hermanos en la fe, unidos por el amor a Dios y el compromiso de vivir como discípulos de Cristo. Aquí, cada misa, cada encuentro y cada gesto de servicio reflejan la fraternidad auténtica que nace de sabernos parte de una misma familia: la Iglesia.
Nuestros valores son el cimiento de nuestra comunidad:
Fe viva, alimentada en la Eucaristía y la oración.
Caridad concreta, acompañándonos en las dificultades y compartiendo las alegrías.
Unidad, porque, aunque venimos de distintos pueblos, seguimos juntos a Cristo.
En Allande, no hay forasteros, sino hermanos. Trabajamos hombro con hombro en la catequesis, en el cuidado de los mayores, en las celebraciones y en la quietud de la adoración. Sabemos que Dios nos llama a ser reflejo de su amor, especialmente en tiempos que necesitan testigos de comunión.
Que Nuestra Madre, la Virgen del Avellano, nos guíe con su ternura y protección, para que nuestra Unidad Pastoral siga creciendo como faro de fe y acogida, arraigada en el Evangelio.
“La medida del amor es amar sin medida” (San Agustín).
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"El Camino de Santidad: Una Llamada para Todos"
En nuestra Unidad Pastoral, la santidad se vive en comunidad: apoyándonos, rezando juntos y siendo testigos de esperanza. Cada gesto de amor, cada perdón otorgado y cada Misa celebrada son pasos hacia Dios.
No tengamos miedo. El Señor no pide éxitos, sino un corazón disponible. Como decía Santa Teresa de Lisieux: “En el corazón de la Iglesia, yo seré el amor”.
Que Nuestra Madre, la Virgen del Avellano, interceda por nosotros, y que cada día demos un paso más hacia la santidad, que es la felicidad plena.
“Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo” (Lv 19,2).
Santidad en Allande
“Todos los fieles, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de la santidad” (Lumen Gentium, 11).
Vida de oración
Dialogar con Dios cada día, escuchando su Palabra y adorándolo en la Eucaristía.
Caridad concreta
Ver a Cristo en el prójimo, especialmente en los más necesitados.
Aceptar la cruz
Abrazar con fe las dificultades, uniéndolas a la Pasión de Jesús.
Vivir los sacramentos
La Confesión y la Comunión son pilares que nos purifican y fortalecen.
María, modelo y guía
Ella, la primera discípula, nos enseña a decir “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
Comunícate con el párroco
“Con el corazón abierto y las manos dispuestas, pongo mi ministerio sacerdotal al servicio de la Unidad Pastoral de Allande. Como pastor entregado, estoy aquí para caminar a vuestro lado: en la alegría y en la prueba, en la oración y en el servicio, en los momentos de fe y en las dudas. Mi puerta, mi oído y mi altar están siempre abiertos para acoger, escuchar y celebrar juntos el amor de Dios. Que María, Virgen del Avellano, nos guíe en esta misión compartida de ser luz de Cristo para nuestros pueblos.”
Padre César Gustavo Acuña dos Santos
Párroco de la Unidad Pastoral en Allande
Servus Mariae Nunquam Peribit
Consagré mi vida entera a María Santísima.
AVE MARÍA
Con profunda alegría y convicción filial, consagro mi vida sacerdotal al Inmaculado Corazón de María, poniendo en sus manos purísimas mi ministerio, mis fatigas y mis esperanzas. Como hijo confiado, deseo reflejar su ‘sí’ generoso en cada acto de mi servicio pastoral, dejándome guiar por su corazón lleno de Dios. Que Ella – Madre y Modelo de la Iglesia – forme en mí el rostro misericordioso de Cristo Pastor, y use mi pobreza como instrumento de su amor en Allande. Desde hoy, mi sacerdocio es tuyo, oh María: moldea según tu corazón cada palabra, cada celebración y cada encuentro, para que sea puerta que lleve a tu Hijo.
San José: Guardián y Modelo para los Sacerdotes
No dudes en pedir su intercesíon
“Id a José” (Gn 41,55), y confiadle a cada sacerdote, para que, bajo su manto, sean fieles reflejos de Cristo, Buen Pastor.
Mi Devoción al Padre Pío y María
Pastor, Campus Leadership
En los pliegues más íntimos de mi vocación sacerdotal late un amor filial al Padre Pío de Pietrelcina, ese fraile de los estigmas que supo unir el sufrimiento al gozo de Cristo. En él encuentro no solo un modelo de entrega, sino un hermano mayor que, desde el cielo, me sostiene con su intercesión poderosa.
Cuando las cruces del ministerio pesan o la incomprensión nubla el camino, acudo a su testimonio:
A su amor a la Confesión, que me anima a ser canal de misericordia.
A sus noches de agonía unida a María, que enseñan a abrazar la sequedad con fe.
A sus palabras: *”Reza, espera y no te preocupes”**, faro en mis incertidumbres.
Pero el Padre Pío nunca va solo: me lleva de la mano a María, la “Madre de la dulce espera” que él amó entrañablemente. Juntos –el hijo de San Francisco y la Reina del Cielo– me acompañan en:
El altar, donde sus silencios me hablan de adoración.
El confesionario, donde su compasión me inspira paciencia.
Las noches oscuras, cuando el Rosario se convierte en balsa segura.
Hoy, como él, clamo: “¡Viva María, nuestra Madre y nuestra esperanza!”. Porque sé que este santo de las llagas –mi intercesor querido– ya ha encontrado para mí en su Corazón Inmaculado refugio, consuelo y fuerza para seguir.
#PadrePíoMiIntercesor #ConMaríaEnLasLuchas #EstigmasDeAmor
Unite a nosotros en la misa dominical
“La Misa es el encuentro más profundo con Dios, donde recibimos su gracia y fortaleza para vivir como cristianos.”